Michael Jackson le robó los Beatles a Paul McCartney
Cuando ni siquiera había pasado un año del asesinato de su amigo John
Lennon, una fría mañana del 19 de noviembre de 1981, justo después de
haber grabado con Michael Jackson, Paul McCartney, acompañado de un par
de abogados del bufete de Lee Eastman, el padre de su mujer Linda, se
presentó ante el antes todo poderoso Sir Lew Grade. Es el propio Paul el
que le pidió, por favor, casi rogando, que le vendiera
el catálogo de Nothern Songs. Es decir, la editorial cuyo contenido,
entre otros derechos, incluía las famosas 251 canciones de los Beatles
(no están dentro las últimas de George y Ringo).
Lew Grade dijo que no. Que sólo estaría dispuesto a aceptar la venta,
si Paul comprase toda la ATV Music, toda la editorial, que incluyen
algunos derechos televisivos. 40 millones de dólares por el paquete
completo. Paul le pidió cinco minutos. Buscó un teléfono y llamó a Yoko desesperadamente.
Le propuso que pusiera la mitad de esos 40 millones y así recuperara
los derechos de las canciones de John. Yoko Ono, displicente, le
contestó que no estaba "en absoluto interesada en los derechos de esas
canciones". Paul volvió a la reunión y amenazó a Lew Grade. El 'tycoon'
no se asistó. Dos días después, McCartney , con la intervención de los
abogados de Yoko, interpuso una querella contra Grade y ATV Music
Corporation por utilización irregular de las canciones de los Beatles.
Venderse al diablo
En origen, las canciones de Lennon y Mc Cartney se vendieron al
diablo en febrero de 1963, cuando Brian Epstein,el torpe mánager de los
Beatles en asuntos financieros, accedió a la petición de Dick James, un
viejo músico retirado que vivía de chupar la sangre a los compositores
con su editorial DJM. Epstein había perdido los nervios buscando editora para el segundo single de los chicos,
'Please please me'. Dick James formalizó la editorial Nothern Songs que
adquiría todas las canciones de los Beatles que se escribieran desde la
firma del contrato. Todas debían ser administradas por DJM. La
condiciones eran leoninas, porque DJM Music se quedaba nada menos que
con el 45% de los derechos que proporcionaban las canciones de los
Beatles. El 55% era para los autores. En la actualidad, en casos tan
grandes, las editoriales no se quedan ni el 10% de los derechos. La
locura.
Vamos hacia adelante.El 2 de febrero de 1983, Michael Jackson llegó a Londres. El propio Paul lo recogió en el aeropuerto y lo instaló en su granja de Sussex.
Iban a rodar el 'clip' de 'Say say say', tras el gran éxito de 'The
girl is mine', grabado para el álbum de Michael, 'Thriller'.
Noche de dinero y traición
Durante una entrevista, 10 años más tarde, Linda contó la apasionante
conversación entre Paul y Michael, en la cocina de la granja.
Conversación histórica. Linda recordaría que fue durante la noche del
martes 8 de febrero de 1983. Paul habló de dinero, su tema obsesivo.
Le contó a Michael que el gran negocio estaba en comprar los derechos
editoriales de las canciones de los grandes artistas. Le sacó una
catálogo de MPL producciones, su propia editorial. Jackson se quedó
estupefacto. Vio como McCartney se había apoderado de las canciones de
Buddy Holly, de Carl Perkins y hasta las de canciones de Al Johnson, el
hombre que cantó en la primer película hablada del cine. Sus dos últimas
adquisiciones habían sido los dos primeros temas de los Beatles. Es
decir, 'Love me do' y 'P. S. I love you', que no habían caído en el
contrato de Nothern Songs. Canciones que todavía estaban firmadas como
McCartney-Lennon. Eso lo cambió luego John.
Paul quiso decirle a Michael que, de esta manera, ayudaba a recordar las grandes canciones que amaba.Y, finalmente, Paul cometió el gran error de confesarle que buscaba ayuda para hacerse con el catálogo de las canciones de los Beatles. Y le contó sus tribulaciones con los abogados de ATV Music.
Al regresar a Neverland, Michael Jackson hizo caso al consejo de Paul. Para empezar, compró por un millón de dólares todo el catálogo de Sly and the Family Stone,
uno de sus grandes ídolos. Además, se hizo con la editorial de los Soul
Survivors y algunas canciones del gran Dion, que había producido el
mismísmo Phil Spector.
Comprar a los Beatles
Pero el abogado de Michael, John Branca sabía que todos aquellos
catálogos eran aperitivos para el tigre Jackson. Quería la caza mayor y
el objetivo era el catálogo de los Beatles. Branca le puso por fín el
cebo en septiembre de 1984, cuando los millones de 'Thriller' inundaban
la multimillonaria cuenta de Michael. Michael estaba tan entusiasmado
con la posibilidad, que incluso llegó a tener una reunión en Filadelfia
con Branca, su mánager Frank Di Leo y más abogados, a pesar de que
estaba en plena gira con sus hermanos. La gira 'Victory'.
Branca quiso ser sincero y le advirtió que la adquisición no iba a
ser tan fácil, porque una empresa de capital riesgo llamada Holmes à
Court, que ahora poseía los derechos de la canciones de los Beatles, era un durísimo hueso de roer.
Lew Grade, por fín, habían vendido Nothern Songs, ATV music y todo lo
demás a esa compañía de bucaneros. No quería saber nada.
A Michael Jackson le daba igual. Hacía tiempo que había iniciado la gran traición
a Paul McCartney. Branca, de cara a la prensa, definió la operación de
compra del catalogo de los Beatles como un gesto de Michael hacia su
amigo Paul, ya que este no tenía tanto dinero para completar la
operación. Falso. Mentira piadosa
De todas formas, John Branca fue cauto con la adquisición. Gastó más
un millon de dólares para certificar que lo que Michael compraba era
realmente la editorial de las canciones de los Beatles, junto a las
canciones de los Moody Blues, Kinks, Petula Clark y hasta de Donovan, el amigo de Paul, que había intervenido en la letra de 'Yellow submarine'.
Finalmente, el 20 de noviembre de 1984, justo un año después de su
interesante conversación con Paul, Branca mandó por telex una oferta a
Holmes à Court . Michael Jackson ofrecía una barbaridad. Tanto como 46 millones de dólares de aquella época.
El valor de los millones
Pero los buitres de Holmes à Court no dijeron que sí a la primera. Al
primero que le informaron de la tácita oferta de Michael Jackson fue a
Paul McCartney. El grito de rabia y desesperación se deduce que llegó
hasta los oídos del propio Jackson. Después, Paul reconoció que no disponía de una cantidad así.
La empresa siguió ofreciendo el catálogo de los Beatles a una poderosa
compañía de Broadway, The Enterteinement. Incluso contactaron con
Richard Branson de Virgin Records. Y hasta Yoko Ono llamó para
interesarse por la oferta aunque declinó pujar.
Holmes à Court, a pesar de todo, retuvo el catálogo de los Beatles
hasta 11 meses después. Mareó la perdiz otra vez con Paul y con el
magnate de Nueva York, Samuel J. Lefrak.
Tampoco el abogado de Michael se quedó parado con el asunto. Mandó
una serie de abogados a la oficina de Copyrights en Washington para certificar la legalidad de las cuatro mil canciones de ATV Music. Otro grupo de abogados viajaron a Londres a las propias oficinas de ATV, que todavía existían.
Para dar más emoción, en el mes de junio de 1985 llegó a oídos de
Branca y Jackson que Holmes á Court le había ofrecido a Charles
Koppelman y Marty Bandier, es decir, a The Enterteinemnt el dichosos
catálogo, esta vez, por 50 millones de dólares. Y los de Broadway,
dijeron que sí, que aceptaban pagar los 50 millones. Pero tras varios
regateos, presiones y mentiras, Holmes à Court prefirió la oferta menor
de Michael Jackson de 47 millones y medio de dólares, porque era en efectivo. Y la otra era compleja y con algunos prestamos interpuestos entre bancos.
En resumen, medio millón de páginas se contrastaron en
el contrato final y oficial, firmado el 17 de agosto de 1985. La
noticia causó sensacional mundial. McCartney se rindió abatido,
conmocionado por la gran traición de su ex-amigo, al que no había visto
desde aquella conversación en Sussex. Yoko Ono debió de esbozar la
sonrisa del propio diablo.
Para celebrar el contrato, Michael Jackson le concedió una entrevista
a Robert hilburn de 'Los Angeles Times', en su casa de Encino, la casa
que le había comprado a sus padres. Michael le dijo a Hilburn que las
canciones le parecían casi perfectas. Maravillosamente estructuradas y
con esas preciosas melodías...
'Come together'
Michael incluso descubrió cuales eran sus canciones favoritas de los
Beatles: 'Yesterday', 'Here, there and everywhere', 'Fool on the hill',
'Let it be', "Hey Jude", 'Elaonor Rigby' y 'Penny lane'. Es decir, todas las de Paul.
Jackson tiraba con dardo. Era como una fría venganza a los intentos de
boicotear la compra del catálogo por parte del propio Paul. Lo curioso
del caso es que la única canción que grabó de todas las de los Beatles
fue una canción de John Lennon, 'Come Together', del álbum 'Abbey Road'.
Paul McCartney calificó la compra por parte de Michael como de alta
traición y una operación de "perro sarnoso". Llegó a decir: "Crees que
alguien es tu amigo, y de repente, llega y te roba la misma alfombra en las que te sentabas con él".
No se hizo esperar el primer enfrentamiento entre ambos por la
utilización de una canción de los Beatles. Jackson tenía que recuperar
rápidamente el dinero invertido y aceptó medio millón de dólares para
que Nike utilizara en uno de sus anuncios la canción de John ,'Revolution'. La sentencia tardó tres años, cuando Nike ya no utilizaba el tema.
En manos de Sony
Paul hizo un último intento con Michael. Apelando a su relación
anterior, trató desesperadamente que, al menos, Michael no cobrara el
45% de los derechos de las canciones de los Beatles. Que se rebajara un 10%, dado el absoluto robo de los acuerdos de los derechos editoriales. Michael Jackson se negó.
Luego, la catástrofe. Michael empezó a entrar en grandes problemas
financieros. Se gastaba todo e incluso lo que no podía. Entre los
presupuestos faraónicos del día a día, destacaba la locura por
Neverland, su palacio con zoo incluido. La propiedad le había costado 55
millones en total. Jackson era una máquina de gastar dinero. Luego,
llegaron los 20 millones que tuvo que pagar a los padres del niño del
que se supone que había abusado, más otros 30 millones que se gastó en
la promoción del album doble 'History', con aquellas nueves estatuas
gigantes al estilo soviético, como sí el fuera un Lenin cualquiera.
Como se podía esperar, dado el estado de sus cuentas, el 7 de
noviembre de 1995, tan sólo 10 años después de haber comprado el
catálogo, Michael Jackson no tuvo más remedio que venderle su querido
catálogo de canciones de los Beatles a Sony Corporation, su propia
compañía discográfica, por 95 millones de dólares. La única solución
para evitar la bancarrota. Bueno, al menos obtenía casi 50 millones de plusvalías.
Tras la muerte de Michael Jackson, Paul Mc Cartney fue respetuoso con
su memoria. Quizá porque el propio Michael le había dicho que en su
testamento pondría que las canciones de los Beatles volverían a ser de los propios Beatles. Pero esa versión jamás ha sido contrastada. Es como un secreto que Michael se llevo a la tumba.
Las canciones siguen siendo propiedad de los japoneses. Una pesadilla
asiática para Paul, porque además para deshonra del gran coleccionista
de objetos de los Beatles que es, el único traje que le falta, el vestido de satén que los músicos exhibieron en la portada de 'Sgt. Peppers' lo tiene un millonario japonés. Y tampoco se lo quiere vender.
Paul siempre piensa que un hombre que no se alimenta de sus propios
deseos, envejece pronto. Y Paul ,definitivamente, no quiere envejecer.
Como a Mick, le desborda el amor por Peter Pan, el mismo tipo que tenía atrapado a Michael.
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